Ideología, cultura colaborativa y redes sociales parásitas
La construcción de uno mismo
Memética
Tu cara cuando tu mamá se frena y te das cuenta de que fuiste chueca en la ceja
Mi entrada triunfal al cielo
Tu cara cuando alguien que no conoces comienza a criticarte
Yo cuando de niña me invitaban a una fiesta y me decían que podía ir disfrazada

La sociedad en la que nos desenvolvemos actualmente, presenta con frecuencia la necesidad de comunicarse con ‘el otro’ a través de medios digitales. La tecnología como medio hace que el sujeto sea parte de la sociedad de la información, pues le facilita la creación, distribución y manipulación de su información, de tal manera que logra apropiarse de cualquier entorno.

La redes sociales posibilitan la construcción y comunicación de una identidad. Para nosotros como personas, la formación de dicha identidad es crucial, pues refleja la agrupación de diversos componentes que nos representan.
El contexto y los ámbitos en los que nos desenvolvemos, así como nuestro cuerpo físico, sin duda, son claves en dicho proceso. El cuerpo físico representa un punto muy importante, ya que es él quien está dado en la realidad y quien recibe el cúmulo de estímulos que lo llevan a experimentar.

Alberto Sánchez (2009) en el artículo de investigación La comunicación sin cuerpo. Identidad y virtualidad expone que “el cuerpo es nuestra tarjeta de identidad, pero también contenedor de información; es el albergue de nuestras sensaciones más humanas.” Lo que quiere decir que el cuerpo es el medio a través del cual somos capaces de tomar decisiones sobre los fenómenos que se nos presentan y que desemboca en la construcción de la identidad.

Es importante mencionar que la interacción con ‘el otro’ crea las condiciones adecuadas para generar procesos comunicativos, ya que, de no existir usuarios en entornos virtuales como Facebook, Instagram o Twitter, no habría flujo de información, ni comunicación de una identidad. La sociedad red según Castells (2004) es aquella cuya estructura social está compuesta de redes potenciadas por tecnologías de la información y de la comunicación basadas en la microelectrónica.

Se dice que la virtualidad que proyectamos hoy en día, es un tipo de identidad alterada en la que toda la información que emplean para presentarse a sí mismos, es falsa.

La alteridad, desde la perspectiva psicológica, es un término que hace referencia a las múltiples identidades que una persona puede presentar, incluso inclinándose a una crisis identitaria. Sin embargo, Maalouf desde el punto sociológico habla de la alteridad en la identidad como algo necesario; es decir, un sujeto no va a presentar la misma conducta en la escuela que en un partido de soccer o en una salida con amigos. A estos cambios o alteridades en el pensamiento maaloufiano se le va a denominar dimensión.

Por tanto, no se está hablando de una alteridad artificial en donde yo soy otro y el otro es otro porque de esta manera sólo se estaría tratando de un intercambio de código sin sentido y con falta de corporalidad.
Dentro de esta sociedad compleja, es posible distinguir al sujeto moderno por su lugar de pertenencia; es decir, sus núcleos de afiliación o en otras palabras, los ámbitos en los que el sujeto se desenvuelve. Así pues, lo correcto sociológicamente es ver la identidad como conjunto de pertenencias (dimensiones) y no como identidades fragmentadas.

Desde que las redes sociales surgieron, algunos las miraron como una herramienta para transmitir lo que son y expresarse libremente, pero también existió quien las miró como un muro de cero transparencia por dar la posibilidad de acceder con datos no propios. A pesar de que la intención de las primeras redes sociales, como Facebook, fue derribar esa idea, el apoderamiento de la hegemonía del capitalismo digital, dejó olvidada la esencia de la ideología que la web 2.0 nos heredó en primer instancia.

El usuario continuó sobre la línea de convertirse en el protagonista de la web, sin embargo, lo que lo hacía importante cambió de aspecto. Pues ya no es valorado por su contribución ni por su capacidad de crear, sino por el número de clics que emite cada día a cada hora, en todo momento y lugar. Es evaluado y categorizado por algoritmos de aprendizaje automático, ya no es auténtico en este sentido.

Considero que lo que comenzó como una búsqueda de autoconocimiento a través de herramientas como las redes sociales, ha terminado en un negocio constante en donde el contenido que subes, creas y compartes, va más allá de sólo representar ese conjunto de aspectos que te identifican. Es evidente que en la actualidad, nuestra identidad es parte de los modelos de negocio.

Referencias
• https://towardsdatascience.com/top-10-algorithms-for-machine-learning-beginners-149374935f3c
• https://verne.elpais.com/verne/2018/11/22/articulo/1542898981_882200.html
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